RESEÑA: Amor al atardecer

jueves, 27 de mayo de 2010 | |

Por: Manuel Antonio Díaz de Anda

Esta sí que es una película. Tratar de clasificar a “Love in the afternoon” como comedia romántica sería simplificar hasta lo indecible la magnífica consistencia de tan exquisito manjar. Se trata de una historia que es al mismo tiempo tarjeta de San Valentín, melodrama y comedia, sin jamás comprometer en lo más mínimo alguno de sus temas, y lo que es más importante, a sus personajes.

Desde que comienza con el inolvidable collage de besos parisinos, hasta el soberbio desenlace en la estación de trenes, el filme nos atrapa con sus hermosas locaciones, ingeniosos diálogos y por supuesto la hechizante mirada de Audrey Hepburn.

La adorable actriz interpreta a Ariane Chavasse, la hija de un detective privado especializado en casos de amor (Maurice Chevalier, encantador como siempre) y que últimamente ha tenido gran demanda de trabajo como consecuencia de la visita a París por parte del acaudalado empresario Frank Flannagan (Gary Cooper, un poco grande para su papel), playboy empedernido y destructor oficial de matrimonios.

Presentes a lo largo de todo el recorrido están los “gypsies”, un cuarteto musical encargado de proveer la ambientación en las sesiones románticas del millonario, y que efectúan su trabajo con la más completa profesionalidad que uno se pueda imaginar. El placer de verlos tocar apasionadamente “Fascination” con la discreción de un mayordomo inglés, justifica por si solo la película.

La dirección está a cargo del genial Billy Wilder, quizás más recordado por las mordaces sátiras que realizó en los 50´s y 60´s, aunque tanto aquí como en Sabrina (1954) nos muestra con gran elegancia que cuando de romance y comedia sofisticada se trataba, definitivamente tenía el toque.

Resulta interesante que a pesar de las elaboradas piezas cómicas, Wilder haya encontrado la manera de filtrar una tenue atmósfera de tristeza, reflejada en la indiferencia de Flannagan hacia Ariane (“the thin girl”, como la llama) a quien considera una más entre los múltiples ejemplares del sexo opuesto que tan despreocupadamente se dedica a conquistar.

A pesar de todo, las risas nunca escasean, el final es estupendo, y uno no puede evitar coincidir con Gary Cooper cuando le dice a Ariane que todo en ella es perfecto:

-¡Soy muy flaca! Y mis orejas sobresalen, mis dientes están chuecos y mi cuello está demasiado largo- replica Ariane.

-Quizás sea cierto -contesta él- pero me encanta la manera en que todo encaja.

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